Ya sé que este post llega con muuuucho retraso pero ya conocéis el refrán: más vale tarde que nunca.

Hoy quiero compartir (y celebrar de forma simbólica) la sesión preboda que Simón y yo vivimos hace exactamente un año, un par de meses antes de la boda. 

Como ya os he dicho en otras ocasiones estas sesiones previas al "gran día" me parecen muy acertadas. Sirven básicamente para entrar en materia: los novios conocen a sus fotógrafos y viceversa; podéis hablar con ellos de lo que os gusta, de lo que os hace sentir cómodos, de vuestras manías ante las cámaras... y sobre todo, os ayuda a estar más seguros y relajados el día del bodorrio. Además, tendréis una serie de fotos extra preciosas que ampliará los recuerdos relacionados con ese día. 

Elegimos para realizar el reportaje un lugar que conocemos muy bien y lleno de recuerdos para nosotros: la Casa de Prado en Astariz, nuestra finca familiar. Una casona rodeada de prados y bosques y abrazada por el río Miño y Ladra,  en la que pasamos los veranos y muchos fines de semana.

La época, el comienzo de verano, el momento en el que la Galicia rural resplandece con sus mejores verdes y rincones todavía frescos por las lluvias de la primavera. 

Los fotógrafos, Miguel Varona y Josefina Andrés, unos profesionales como la copa de un pino (gallego) que hicieron la sesión agradable y divertida a unos novios que llegaron muy nerviosos y muy reticentes a las cámaras. Con su paciencia y su sensibilidad consiguieron que olvidásemos que estábamos allí para hacer fotos y que la jornada se pareciera más a un día de vacaciones que a algo forzado o incómodo. En otra ocasión os hablaré de estos dos pedazos de artistas con más detalle y calma, porque realmente se lo merecen.

El resultado, una sesión en la que la naturaleza dominante envolvió la tarde, y en la que hubo vacas despistadas, campos de espigas verdes moviéndose con la brisa cálida, rosas y flores silvestres y la bici del abuelo. Y para terminar un día perfecto, un merecido descanso a la sombra comiendo leche frita  hecha en casa mientras veíamos ponerse el sol.