¡HOLA!

Difícil tarea la de hablar de una misma pero allá voy.

Me llamo María y vivo en Santiago de Compostela, una preciosa mini-ciudad histórica situada al noroeste de España, en Galicia.
Soy curiosa, insegura y bastante cabezota; disléxica, miope perdida y negada para las matemáticas. La naturaleza me relaja, me gusta comer y disfrutar de las cosas pequeñas de la vida (suena a tópico, lo sé, pero os aseguro que en mi caso es verdad verdadera) Adoro a mi familia, a mi perrita Galleta y a Satine, mi gata salvaje.

A nivel profesional soy un culo de mal asiento, o  como diría finamente cualquier responsable de Recursos Humanos, mi currículum es "dinámico". Licenciada en Derecho y en Historia del Arte por la Universidad de Santiago de Compostela, he trabajado y asesorado a empresas privadas como Roberto Verino y a organismos públicos como el Xacobeo, el Instituto de Estudios Estadísticos de Galicia, la Dirección Xeral de Turismo o Turgalicia. He colaborado en la realización de festivales, exposiciones y otros eventos culturales, obras de teatro y conciertos.

Lo más curioso, ahora que lo pienso y lo escribo por primera vez, es que, en todos estos trabajos, ha habido algo en común: mi facilidad para conectar con el público, con sus gustos. Y descubro, casi sorprendida, que eso es precisamente lo que se me da bien. Por supuesto que mi experiencia previa en marketing y merchandising o que mis conocimientos jurídicos y artísticos han sido útiles en este camino pero ha sido esa cualidad, saber vender una imagen o un concepto, la que me ha definido profesionalmente.

En mi evolución, casi de manera natural, la fotografía ha sido y es el pilar básico sobre el que cimento mis proyectos y casi de manera obvia, Instagram, la red social visual por excelencia, se ha convertido en mi plataforma favorita para compartirlos.

MI RELACIÓN CON INSTAGRAM
Empecé a usar la aplicación como intuyo que hicimos muchos: nueva red social, me creo una cuenta y a ver qué tal. Pero al contrario de lo que me ocurrió con otras plataformas, Instagram me enganchó casi al momento.

Al principio subía fotos sin mucha seguridad y, como a todo el mundo, me daba rabia no llegar a más gente. Poco a poco, a través de los escasos y pobres tutoriales que fui encontrando, comencé a tomármelo más en serio y me propuse como primer objetivo llegar a los 1000 seguidores. Tardé más de lo que había imaginado en conseguirlo (fueron meses de prueba y error) pero una vez superada esa barrera, todo fue mucho más fácil. Parecía que había llegado a un cierto nivel de conocimiento de la aplicación. Mal del todo no lo debí hacer ya que, a los pocos meses, Instagram me nombró como usuaria sugerida. Es decir, la cuenta oficial de Instagram, con más de 200 millones de seguidores, eligió mi cuenta entre sus más de 600 millones de usuarios totales como referencia y ejemplo a seguir. Un empujón oficial en toda regla.

Más adelante, la cuenta de Instagram en español, con casi 2 millones de seguidores, seleccionó una de mis fotos como hallazgo semanal, con el consiguiente impacto entre los hispano-parlantes para mí y para mi cuenta.

En este tiempo,y como consecuencia de todo este proceso y trabajo, he colaborado con empresas, apoyado proyectos y promocionado cuentas.

Pero Instagram no trata sólo de reconocimientos o popularidad. Como sabéis los que conocéis ya la aplicación, conceptos más subjetivos como conexión y comunidad son básicos para entender esta plataforma. En mi opinión, son en gran medida la clave de su éxito. Me resultaría casi imposible explicar en unos párrafos qué significa Instagram para mí, cómo le agradezco todo lo que me ha aportado. Quizá por ello, en un pobre intento de hacer ambas cosas, hace unos tres meses creé la etiqueta #sogreatisthepowerofbeauty. En ese corto período, son más de 5000 fotos de gente de todo el mundo las que se reúnen alrededor del hashtag. Me gusta pensar que es un lugar de conexión entre todas esas personas, una comunidad que crece día a día.

En defintiva, en dos años y medio @petronialocuta -sí, esa soy yo- ha conseguido reunir a más de 50.000 seguidores, ha sido elegida por la propia aplicación en diferentes momentos y por diferentes motivos como referente y se ha convertido en un lugar de encuentro para mucha gente. Y, sobre todo, me ha permitido descubrir a personas increíbles a las que nunca hubiera conocido en mi pequeña ciudad de provincias.

Y estoy segura de que esto no ha hecho más que empezar. Instagram aumenta y mejora cada cierto tiempo las herramientas y medios que nos permiten conectarnos e implicarnos con el mundo. Tengo mil ideas, proyectos, retos y aventuras que quiero explorar y desarrollar en mi cuenta. Me encantaría que me acompañarais y compartirlos con vosotros. ¡Os espero a todos en @petronialocuta ! 

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