El Delphos de Fortuny
jueves, diciembre 12, 2013
¡Qué ilusión me hizo cuando, hace unas semanas, en la serie basada en el libro El tiempo entre costuras, la protagonista, una modista que vive en el Tetuán de los años 30, hace una versión del mítico vestido Delphos de Fortuny para una de sus clientas!
El Delphos es uno de esos vestidos que, una vez que lo ves, ya no lo puedes olvidar. Y como fan de este modelo, he decidido hacer un poco de memoria y compartir con vosotros la leyenda de un vestido que supuso una auténtica revolución en el momento en el que se creó y que se convirtió, por derecho propio, en un icono de la Historia de la moda con mayúsculas.
Vestidos Delphos Mariano Fortuny, 1944 © Getty Images via pinterest
El vestido nació en la mente de Mariano Fortuny y Madrazo en 1907, inspirado en el quitón, una túnica que se usaba en la Antigua Grecia. Debe su nombre al auriga de Delfos y su fama a una extraordinaria técnica de plisado que su autor ideó y patentó en 1909. Poco se sabe de este método, salvo que se realizaba en mojado y con un extraño artilugio que incluyó en la patente.
Otro de los misterios que rodea a este vestido es cómo consiguió crear Fortuny la increíble gama de colores de las telas con las que elaboraba sus vestidos. Se sabe que llegó a ella estudiando antiguos tratados sobre tintorería y gracias a viejas recetas que fue recopilando de artesanos tintoreros del Véneto. La paleta es inimitable, todos los colores son de origen natural, vegetal, orgánico o mineral, y un mismo tono varía sus gamas en reflejos sutiles que el plisado favorece. Y para agrandar la leyenda que gira en torno al Delphos se cuenta que el muestrario de los colores, también patentado por Fortuny, fue arrojado a los canales de Venecia por la mujer del diseñador el día después de la muerte de éste, para que nadie pudiera imitarlos jamás.
A principios del siglo XX, momento en el que en el cual las mujeres todavía vivían encorsetadas (en la moda y en todos los sentidos) el Delphos supuso un verdadero soplo de aire fresco para ellas. El vestido estaba pensado para mostrar la belleza natural del cuerpo femenino e incluso podía llevarse sin ropa interior. Su diseño, extremadamente sencillo y cómodo, constaba de dos o de cuatros piezas (dos para la falda y dos para el cuerpo) de telas unidas entre sí con cuentas de cristal de Murano.
Muy pronto, el nuevo vestido-túnica se puso de moda entre las clases altas y los ambientes más liberales y modernos de la época. Mujeres extraordinarias como la mecenas y coleccionista de arte Peggy Gugemheim, la bailarina Isadora Duncan o actrices como Sarah Bernard, Lilliam Gish o Natasha Rambova vieron en el Delphos el símbolo perfecto del cambio social que estaba germinando en el mundo femenino y que se materializaría en la década de los 20. Y de ahí, en adelante.
Isadora Duncan y su hija vistiendo ambas un Fortuny
Natasha Rambova circa 1920
Las tres hijas de Isadora Duncan circa 1920
La actriz Lillian Gish circa 1910
Condesa Elsie Lee Gozzi vistiendo un vestido Fortuny Eleanora 1920s
Peggy Gugemheim en su terraza de Venecia luciendo un Delphos circa 1950
Escritores, pintores, escenógrafos y diseñadores hablaban de él, se inspiraban con él.
Elena con túnica amarilla, hija de Sorolla pintada por su padre en 1909; Muriel Gore con un Fortuny de Birley, 1919
Marcel Proust hace referencia a él en numerosas ocasiones en En busca del tiempo perdido:
"Fue precisamente la noche en que Albertine se puso por primera vez el vestido azul y oro de Fortuny que, evocando Venecia, me hacía sentir más aún lo que sacrificaba por Albertine sin que esta me lo agradeciera en absoluto”.
L.P. Hartley nos lo cuenta en su libro Eustace and Hilda:
” … Fortuny, estaba escrito en letra de imprenta sobre la caja. Eustace desató el lazo y levantó la tapa. Lo que descubrió bajo el papel de seda liso le provocó un escalofrío de placer; totalmente enrollado y retorcido sobre él mismo, dispuesto para ser sacado, el vestido azul y plata de Hilda. Los pliegues densos, tan unidos los unos con los otros como los surcos de un campo labrado, le parecieron más oscuros de lo que había imaginado. Sabiendo que nunca sería capaz de desplegarlo, se contentó con deslizar sus dedos entre las ranuras y las aristas del plisado en que sintió la resistencia de lo que había estado tan apretado. Sin embargo ¡qué poderosa expansión la de estos pliegues, qué posibilidades insospechadas de movimiento para Hilda, para la nueva Hilda!. … En este vestido podría danzar, podría volar… “.
” … Fortuny, estaba escrito en letra de imprenta sobre la caja. Eustace desató el lazo y levantó la tapa. Lo que descubrió bajo el papel de seda liso le provocó un escalofrío de placer; totalmente enrollado y retorcido sobre él mismo, dispuesto para ser sacado, el vestido azul y plata de Hilda. Los pliegues densos, tan unidos los unos con los otros como los surcos de un campo labrado, le parecieron más oscuros de lo que había imaginado. Sabiendo que nunca sería capaz de desplegarlo, se contentó con deslizar sus dedos entre las ranuras y las aristas del plisado en que sintió la resistencia de lo que había estado tan apretado. Sin embargo ¡qué poderosa expansión la de estos pliegues, qué posibilidades insospechadas de movimiento para Hilda, para la nueva Hilda!. … En este vestido podría danzar, podría volar… “.
Esta última cita hace referencia a otra de las particularidades del vestido Delphos y de la genialidad de Fortuny: la forma en que se presentaba el vestido. Su plisado y sencillez permitían que el vestido se pudiera enrollar y guardar en una caja y así precisamente era como se entregaba a las clientas. Esta aparente curiosidad esconde en realidad todo un precedente de lo que hoy conocemos como "marketing" y "packaging", además de un ejemplo sobresaliente de diseño.
Fortuny continuó haciendo Delphos hasta su muerte en 1949, y el vestido se convirtió con el paso del tiempo en un objeto de deseo y en uno de los más importantes y conocidos modelos clásicos de la Historia de la moda... y como tal, ha llegado a nuestros días.
10 comentarios
lo vi en el museo del traje en Madrid, sencillamente maravilloso.
ResponderEliminarUn resumen perfecto en dos palabras: sencillamente maravilloso!
Eliminarqué bonito! y me ha dejado muerta la caja en la que lo entregaban, me encanta por la sencillez. no sabía nada de nada de la historia de este vestido... hay que ver las cosas que aprendo en tu blog! ^_^
ResponderEliminarFue un vestido precursor en muchos aspectos y la manera de presentarlo fue una de ellas^^
EliminarMe ha encantado esta entrada María. Yo tampoco sabía nada de este vestido, y el plisado me ha parecido maravillso
ResponderEliminarEl plisado es mágico!
EliminarQué maravilla, María!!! Los vestidos y esta entrada!!! <3<3<3
ResponderEliminarEstos vestidos eran maravillosos Aurora!
EliminarQue elegante y sexy quedaba puesto.Me imagino lo que fue en esa epoca! ...la verdad que un lujo que te lo entreguen asi en esa caja!.Muy interesante tu post,las fotos divinas!
ResponderEliminarMuchas gracias Sole! Me alegro de que te haya gustado^^
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