Los primeros cumpleaños son especiales. Cargados de simbolismo, son más una celebración de la maternidad y paternidad que una fiesta para el bebé homenajeado. A pesar de ello, o precisamente por ello, toca celebrarlos por todo lo alto, como un recordatorio de esos 12 primeros meses irrepetibles de cambios de pañales, noches en vela y momentos de preocupación y felicidad con los que se construye una vida que empieza.

El día 20 de septiembre mi sobrina Xulia cumplió un año y toda la familia se reunió alrededor de ella y de sus padres para celebrarlo, y sobre todo, para crear recuerdos. 

Una semana antes nos pidieron a Simón y a mi que lo organizáramos y nos pusimos a ello con muchísima ilusión. Entre todos decidimos enfocarlo como una merienda para mayores: abuelos, tíos, primos, amigos y ¡una bisabuela!! La cumpleañera todavía tiene restringida su alimentación (nada de tartas ni de azúcar) y sus mini-amigos son incluso más jóvenes que ella, con lo cual, plantearla como una fiesta para niños hubiera sido ridículo. 

Para Xulia ideamos una minitarta con queso fresco y papilla de frutas, adornamos la trona con las mismas guirnaldas que usamos para la zona de la mesa y le hicimos una coronita de purpurina rosa que lució como la princesa que es.